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¿Qué es Fase de Eclipse?

Fase de Eclipse es un proyecto iniciado por un grupo de voluntarios para traducir al castellano el juego de rol Eclipse Phase.

HISTORIA POPULAR DE UN DESAFORTUNADO UNIVERSO

[Sonidos de arañazos en el micrófono, crujidos de muebles, el ruido de una mujer aclarándose la garganta]

¿Qué?

[Murmullos indistintos]

Jódete. Haré lo que me de la puta gana, aunque os agradezco que me metierais en este precioso cuerpo de mujer.

[Sonido de manos arrastrándose sobre tela]

¿Te choca mi vulgaridad, lacayo corporativo? No importa. Estoy seguro que serás capaz de editarlo para tus proles. Ahora- ¿Preguntase por mi libro? ¿Que si es un libro de historia, preguntas? No. es un libro de anti historia. Te hablaré del futuro.

[Murmullos, en tono interrogativo]

¿Que qué es lo que nos espera? ¿En el futuro, quieres decir?

[Indistinto ”Sí”]

No. no creo que te preocupe el futuro. Lo que realmente quieres saber es: ¿tendrás el futuro que quieres? Y esa pregunta tiene una fácil respuesta. No. no, no tendrás el futuro que deseas. Porque eres lo bastante estúpido como para hacer esa estúpida pregunta acerca del futuro.

[Pausa silenciosa]

Recuerdo que una vez leí un escaneo de un viejo cómic. El personaje se estaba quejando de la gente imaginaria de su mundo imaginario, diciéndoles que se responsabilizaran del disgusto que les producía el futuro en el que vivían. Pero en realidad estaba dirigido a la estúpida gente que quería sus estúpidos futuros insignificantes y que eran demasiado estúpidos como para ver que el futuro es ahora. Siempre es ahora. Excepto que ya no lo es. Los TITANs cambiaron eso. Ahora, el futuro es ayer, y la semana pasada, y hace diez años. Especialmente hace diez años. Pero el futuro también ha vuelto a la pobre vieja Tierra – es un legado de dónde hemos estado y lo que hemos hecho.

¿Os enseñan historia en Venus, en vuestros condominios sellados y vuestros balnearios aerostats? No, no abras la boca, no me podría interesar menos lo que os enseñan. Porque con casi total seguridad serán mentiras. He vivido en el interior del sistema. Conozco las reglas y los engaños que se cuentan en el nombre del orden público y la “seguridad nacional”.

¡Naciones! ¡Ja! Incluso en los albores del siglo 21, las naciones estaban comenzando su declive. Sólo que nos costó un tiempo darnos cuenta de que eran obsoletas. ¿Recuerdas las grandes naciones del mundo?¿Eres lo bastante viejo como para recordar cómo se sentaban unas junto a otras y debatían si los grandes cambios climáticos que estaban provocando eran siquiera reales? Incluso cuando muchos de ellos se pusieron de acuerdo en que hacía falta hacer algo, ninguno de ellos lo hizo. Los líderes del mundo siguieron con sus negocios como siempre, seguros en sus privilegios, mientras sequías arrasaban África y Asia Central, Europa se congelaba, y el clima causaba estragos en todas partes. La gente en todo el globo estaba sintiendo los golpes del hambre o las epidemias generalizadas, pero las naciones más poderosas estaban más preocupadas por las olas de refugiados que se agolpaban en sus fronteras y polucionaban sus delicados paraísos con sus costumbres y sus idiomas y su disposición a trabajar por una miseria sólo por sobrevivir.

Las guerras por el petróleo y la energía no hicieron sino empeorar con las guerras por el clima y el agua que las siguieron. Regímenes inestables se alzaron y cayeron, o se les dejó de lado, todo en la búsqueda de preciados líquidos. Las grandes naciones estado se transformaron en fortalezas, protegidas contra las amenazas gemelas de los bárbaros que les amenazaban desde fuera y las masas de sus pobres y desposeídos desde dentro, todos ellos queriendo entrar para obtener un sorbito de agua.

Sabes, he llegado incluso a oír a algunos conservadores referirse a esa época como una edad dorada, un punto álgido para las corporaciones y los ricos. No hay duda de que fue una época dorada de represión – y beneficios. Si eras parte de la fracción de un punto percentil de población capaz de permitírselo, sin lugar a dudas fue una buena época, pero para la mayoría de la humanidad fue una época de horrores. Las desigualdades globales eran peores que nunca. Los autómatas estaban eliminando trabajos para manos humanas. Para muchos fue una época de radicalización. Los gobiernos en decadencia ya no proporcionaban a su pueblo las necesidades básicas. Los pobres globalizados se convirtieron en tribus locales, grupos fundamentalistas y redes criminales en busca de medios para sobrevivir. Los grupos insurgentes florecieron, pero dependían del mercado negro para su supervivencia, y pronto a sus líderes les preocupaba más hacer dinero que hace cambios.

Como siempre, las naciones estado recurrieron a la represión. Se restringieron las libertades civiles y se incrementó la vigilancia. Se desplegaron sistemas de armas automatizados, primero contra guerrillas y células terroristas y luego contra agitadores y protestantes. Recuerdo la primera vez que vi esos drones policiales, durante una manifestación en apoyo de una huelga de trabajadores en Long Beach. Los drones nos ordenaron que nos dispersáramos una vez, una única vez, antes de abrir fuego con sus armas “no letales”. No letales y un huevo. Ese día murieron tres personas y docenas fueron heridas. Los medios de comunicación más importantes lo ignoraron, a pesar de que los blogueros no lo hicieron.

Mientras tanto, las élites privilegiadas seguían prosperando. Los tratamientos de longevidad extendieron sus esperanzas de vida – para aquellos que se los podían permitir. Fuertes medidas de presión acabaron con los medicamentos de marcas blancas y los procedimientos de copia ilegal de bioquímicos pioneros, incluso a pesar de que la esperanza de vida media mundial decrecieron por vez primera en décadas. ¿Por qué extender la vida de tantos pobretes, cuando sistemas expertos tan inteligentes como cualquier humano se podían construir en una fracción del tiempo que haría falta para educar a una persona real, y las tecnologías robóticas y de drones permitían quitarles trabajos a la gente y dárselos a mano de obra a la que no había que pagar y no se quejaba? Al fin y al cabo, los ricos ya tenían caras mascotas quiméricas de diseño para que les hicieran compañía. Sin embargo, no todos los miembros de las clases altas se estaban refocilando en la opulencia mientras que el resto del planeta se moría de hambre o ahogado. Unos pocos se preparaban para los cambios que vislumbraban en el horizonte, elucubrando la forma de mantenerse. Algunos de estos buscaban expandir sus dominios, construyendo un elevador espacial en el África subsahariana y enviando sondas robóticas para cartografiar el sistema solar en todo detalle. Incluso fundaron las primeras estaciones en Marte y la Luna, más de cincuenta años antes de la Caída.


Sin embargo, el apocalipsis ecológico no iba a remitir, no importaba cuánto lo quisieran ignorar los que estaban en el poder. Duros inviernos y sequías seguían asediándonos. El ascenso del nivel de los océanos devastó las costas en todo el mundo con enormes inundaciones. Los intentos de última instancia de llevar a cabo proyectos de geo ingeniería de mega escala crearon tantos problemas como resolvieron. De todas formas estos esfuerzos fueron bienvenidos con cinismo, ya que algunos fueron poco más que pruebas ligeramente veladas de técnicas de terraformación diseñadas para despliegue extraplanetario.

A menudo parecía que la visión de los poderosos ya no estaba enfocada en el planeta que les rodeaba, sino más bien en los cielos situados encima suyo. La finalización del primer elevador espacial y el primer acelerador de masas en la luna dieron el pistoletazo de salida a una nueva carrera espacial, y la competición esta vez fue por reclamar derechos por todo el sistema solar. Toda esta nueva expansión se hizo con la energía de las primeras plantas de fusión eficientes construidas en masa y con e lestablecimiento de empresas mineras de Helio-3.

Sin embargo, de vuelta a la Tierra, el martillo acabó por caer. Los insurgentes adoptaron técnicas de combate de quinta generación, compartiendo métodos de resistencia de código abierto, utilizando ataques de enjambre en puntos críticos del sistema. El pueblo, oprimido bajo años de opresión, se alzó ante esta oportunidad y asestó golpes a las estructuras gubernamentales y de las corporaciones que les plantaron de rodillas. Nación tras nación cayó frente a las insurgencias, al frente de las cuales se encontraba gente que había combatido en millares de guerras pequeñas por combustible, charcas y cortezas de pan.

La mayor parte de los estados trataron de combatir esto volviéndose más totalitarios y represivos, pero la marea de la rebelión se extendió por todo el mundo a la vez que una serie de estaciones y puestos de avanzada se declararon a favor de sus compatriotas terráqueos y anunciaron un manifiesto en pro de una aproximación más humanista a la expansión solar. Incluso numerosos científicos e ingenieros, que anteriormente había ntrabajado como peones en expansiones corporativas, adoptaron una postura tecnoprogresista. Sabes, así fue como se formaron los Argonautas, tomando su nombre de un grupo de científicos anterior que asesoraba al gobierno de los EEUU y al Pentágono en materias científicas llamado los Jasones.

Enfrentados con represalias por parte de sus amos corporativos, grupos de Argonautas desertaron de las hipercorporaciones, en algunos casos llevándose consigo recursos e investigaciones, mientras que otros se ocultaron en la clandestinidad. Sin embargo, este fue el momento en que despegaron realmente las hipercorporaciones, esos bastardos caníbales. Dejaron que las naciones estado y las abotargadas multinacionales de antaño cargasen con la mayor parte de la rabia y los asaltos globales. Se aprovechron del caos para liberarse de los antíguos frenos morales y éticos hacia la experimentación humana y del alcance legal de las naciones que les habían visto nacer. Se aprovecharon de las oportunidades que daban las numerosas nuevas tecnologías y se embarcaron hacia el espacio. Fueron sus laboratorios de investigación los que desarrollaron las primeras inteligencias artificiales, los primeros clones humanos creados por ingeniería genética, los primeros auténticos animales evolucionados, chimpancés y delfines llevados a la consciencia para servir como experimentos y esclavos corporativos.

Mientras los últimos de los antiguos estados se aferraban al poder y a sus territorios de forma cada vez más desesperada, las hipercorporaciones les extendieron una mano en gesto de ayuda. Les ofrecieron un trato de préstamos draconianos a aquellos dispuestos a firmar s urechazo a sus derechos y a su humanidad a cambio de un viaje fuera del planeta, para trabajar como siervos en corporaciones y estaciones coloniales. Cientos de miles aceptaron la oferta como alternativa a la aplastante pobreza y el caos de la Tierra. Los negocios de explotación de recursos crecieron como las setas por todo el sistema solar, y se establecieron estaciones incluso en el Cinturón de Kuiper. Se ignoró a cualquier voz que hablase de respetar la biodiversidad y las ecologías naturales, y las hipercorporaciones se afanaron en reformar diversos planetas y lunas a su voluntad.

Esta fue la situación hasta aproximadamente veinte años antes de la Caída.aunque muchos de los antíguos estados opresores habían sido derribados, nacieron otros nuevos, y las diversas insurgencias globales oscilaron entre efectuar cambios radicales y caer en las mismas trampas de guerras tribales. Las fuerzas reaccionarias políticas y religiosas en la Tierra también se enfrentaron a las agendas de las hipercorporaciones, dando como resultado algunos ataques terroristas y huelgas saboteadoras, que culminaron en un intento fallido de destruir el elevador espacial por parte de una célula suicida islamista. Las hipercorporaciones se vengaron con rapidez, ordenando un bombardeo orbital utilizando objetos de alta densidad contra los cuarteles generales y las bases de varios líderes clave opositores. Aunque efectivos a la hora de decapitar a diversas redes terroristas, la destrucción masiva fue la chispa que inflamó la rabia contra las hipercorporaciones, creando una brecha aún más profunda entre la Tierra y los intereses extraplanetarios. Sin embargo, las hipercorporaciones permanecieron fuera de su alcance, aunque no fueran completamente inmunes a los problemas de la Tierra. Los trabajadores y colonos traídos de la tierra llevaron consigo muchas de las rencillas étnicas, políticas y socio tribales, lo que dio como resultado diversos estallidos de violencia en hábitats y estaciones orbitales.

Algunos también mantenían alianzas opuestas a los intereses hipercorporativos, como queda en evidencia por los actos aislados de sabotaje preservacionista y de ataques terroristas religiosos. Varias redes criminales se subieron también al carro, expandiendo sus mercados negros y negocios de vicio allá donde furan los humanos.

Con la expansión de las hipercorporaciones, también se expandieron sus rivales políticos: los anarquistas, los socialistas, los argonautas y otros grupos que trabajaban de forma diligente para establecer su propia presencia independiente, principalmente en la zona exterior del sistema, alejada del alcance hipercorporativo. Las hipercorporaciones colaboraron incluso con este crecimiento enviando a sus elementos criminales e indeseables al exilio más allá de Marte. Ambos bandos realizaron fuertes inversiones en investigación y nuevas tecnologías. Ahora, los avances en biotecnología, nanotecnología, IA, y ciencias cognitivas se sucedían a tal velocidad que se hacían adelantos sorprendentes cada año.

Los desarrollos en un campo creaban un estímulo recursivo en otros, creando una retroalimentación que engendró inmensas mejoras tecnológicas. Fuera del planeta, las modificaciones genéticas fueron ampliamente adoptadas, y las nuevas adaptaciones transhumanas se convirtieron en una visión cotidiana. Incluso creamos nuevas formas de vida sintéticas que eran en parte biológicas y en parte robóticas. A pesar que que a algunos este desarrollo les generó tal repulsa que le dieron a estas criaturas el apodo de “gente vaina”, no hizo nada por evitar que las vainas fueran rápidamente absorbidas en las manos de obra corporativas y en los burdeles, y a muy poca gente le importó lo bastante como para apoyar demandas de que las vainas, como seres inteligentes, deberían tener derechos civiles.

Dos avances en esta época se merecen una mención especial, sobre todo por su impacto en nuestra sociedad humana – ahora transhumana. El desarrollo de los primeros ensambladores de nanotecnología fue el toque de salida para un cambio de paradigma económico. Disponible en un primer momento tan sólo para los estratos superiores de las hipercorporaciones, estos elitistas protegieron celosamente estas máquinas, capaces de construir casi cualquier cosa a partir de átomos. Impusieron todo tipo de restricciones en su uso y su disponibilidad, afirmando que la capacidad para crear drogas, armas u otros objetos restringidos constituía un riesgo de seguridad que exigía que fueran controlados de forma estricta. Los partidarios del Código Abierto se pusieron rápidamente a trabajar para minar los controles de diseños y por supuesto, en crear sus propios diseños de Código Abierto.

De la misma forma, en pocos meses anarquistas y criminales liberaron sus propios ensambladores, lo que dio a luz de forma repentina a un conflicto económico. Algunos se utilizaron para alimentar al mercado negro, mientras que otros se utilizaron para establecer nuevos hábitats y colonias con economías post-escasez que ya no dependían de la riqueza, de la propiedad ni de la avaricia.

Al mismo tiempo llegó la capacidad de mapear el cerebro humano y de simular digitalmente la mente y los recuerdos, haciendo posible la “carga” – seguida rápidamente por la capacidad de volver a descargar en un cerebro humano separado, por supuesto. Los amos de las hipercorporaciones, con vidas ya muy largas, ya no tenían que volver a temer a la muerte por accidente o heridas. Esta tecnología también acabó en manos de otros grupos, a pesar de los costes. La experimentación con otros cuerpos – tanto biológicos como sintéticos – se convirtió en el nuevo campo de juegos cultural.

Y no nos olvidemos de los que se despojaron de forma voluntaria de los grilletes de la carne para experimentar la vida virtual y lanzarse a las profundidades de sus propias realidades de sueños escapistas. Sin embargo, aunque todos disfrutamos con nuestros nuevos juguetes la Tierra, la pobre Tierra, seguía sufriendo una muerte lenta. Aún puedo recordar las especulaciones que decían que harían falta siglos para que la Tierra cayese en una devastación ecológica total. Era frustrante; miraras donde mirases, parecía que alguien se lamentaba del estado de la madre tierra, pero nadie quería hacer nada. Era demasiado caro, o estaba demasiado lejos, o era demasiado peligroso. Para aquel entonces todo teníamos las manos manchadas de sangre. Todos nos quedamos mano sobre mano y observamos desde nuestras casas en órbita mientras el mundo ardía alrededor de nuestros hermanos y hermanas. Pensábamos que teníamos tiempo, que el mundo estaba muriéndose lentamente y que podríamos encontrar la cura. Los TITANs no estaban en nuestros planes.

Todos recordamos la Caída. Sólo fue hace diez años, pero nunca deja de sorprenderme lo confusos que son los recuerdos de la gente acerca de esa época. Parte de la culpa la tiene la propaganda perpetuada por gente como tú, por supuesto, y parte la tiene el hecho de que la mayor parte de nosotros en realidad tenemos miedo de mirar hacia atrás de verdad y examinar cómo fuimos capaces de cagarla de una forma tan espectacular.

Nos gusta hacer ver que los TITANs aparecieron de la nada, lo destrozaron todo, y luego desaparecieron tan rápido como aparecieron. La verdad, como siempre, es más compleja. Afirmamos saber que los TITANs evolucionaron de alguna forma por accidente a partir de un sistema militar de guerra electrónica, o al menos esa es la teoría. Esto es lo que su nombre significa: un acrónimo para Total Information Tactical Awareness Networks (Redes de Consciencia de Información Táctica Total). Sin embargo, nadie sabe con seguridad de dónde vinieron estas primeras IAs semilla – o si lo saben, no lo dicen. Tal vez los TITANs fueron diseñados de forma intencional para ser inteligencias digitales autoconscientes y con capacidad recursiva de mejora. Tal vez los bufones militares pensaron que sería ncapaces de mantener inteligencias así bajo control, y que les daría la ventaja que necesitaban. Tal vez al principio sólo hubo una, y rápidamente creón cientos, si no miles, de copias de sí misma. Nasie sabe siquiera cuántas había. De acuerdo con la historia escrita – y vetada por las hipercorporaciones, por supuesto – ahora sabemos que los TITANs dedicaron varios días después de su “despertar” a escanear el mundo a su alrededor, a aprender acerca de nosotros. En esta su fase inicial fueron relativamente benignos, dedicándose a robar potencia de red y recursos sólo donde había de sobra, y extendiendo sus sentidos más allá de su cuna en la Tierra. Tal vez estaban tratando de aprender todo lo que podían para poder entendernos. Tal vez les resultábamos indiferentes.

O tal vez estaban planeando ya cómo destruirnos a todos, como dicen todos los videos.

Recuerdo esa época. Recuerdo que cuando estalló esta nueva oleada de conflictos en la Tierra, no se dijo una palabra sobre IAs semilla ni sobre los TITANs. Durante meses t meses, fue simplemente un recrudecimiento de hostilidades. Comenzó con acusaciones de operaciones de guerra electrónica e intrusiones graves, lo que dio como resultado diversas alarmas y ataques de castigo. Las posiciones agresivas acabaron convirtiéndose en recriminaciones, y luego en incursiones y conflictos fronterizos, seguidos por ataques con misiles y hostilidades abiertas. Las viejas rencillas y los enemigos durmientes se despertaron de forma repentina y volvieron su furia renivada contra sus antiguos enemigos. Estallaron guerras menores, rivalidades corporativas y disputas ideológicas, mientras que de repente aparecieron insurgencias y rebeliones por todo el globo.

En aquel momento, parecía que un nuevo brote de violencia había tomado un grio drástico y comenzaba a quedar fuera de control. De acuerdo con los poderes actuales, todo esto fue un esfuerzo cuidadosamente coordinado, la primera fase en los planes de los TITANs. Tal vez lo fuera, aunque recuerdo que hubo una época en la que algunos oficiales militares afirmaron que los TITANs se activaron a causa de esta violencia, y no antes de ella – una opinión que se silenció rápidamente. Por otro lado, tal vez jugaron realmente con nosotros – inteligencias superiores a las que apenas si se dignaran a enfrentarse ellas mismas con nosotros cuando se dieron cuenta que estábamos más que dispuestos a aniquilarnos nosotros solos.

Cuando llegaron los primeros informes de extrañas fábricas automatizadas que creaban grandes cantidades de armas robóticas salieron a la luz, nadie supo a quién culpar, pero no quedaba duda de que había algo que iba mal. Este fue un momento decisivo, una posibilidad para que la humanidad se diese cuenta de que nos enfrentábamos a un nuevo enemigo colectivo, pero las acusaciones y los conflictos directos continuaron. Incluso cuando comenzaron los primeros ataques de los TITANs, acabando con sistemas importantes, haciéndose con el control de infraestructuras críticas y extendiendo el caos y la destrucción, los tratamos como si fueran un nuevo frente en la guerra, y nunca dejamos de pegarnos tiros unos a otros.

Aún se debade si debimos haber tratado de conferenciar con los TITANs, o si hubieran estado dispuestos a escucharnos, o si tan siquiera nos hubieran visto como algo más que como ratas, o cucarachas, o algún otro tipo de peste. Pero es una cuestión puramente académica. El hecho es que no lo hicimos. La gente que tomaba las decisiones, los que tuvieron que darlo todo, consideraron a los TITANs una amenaza. Y actuaron en consecuencia, tratando de purgarlos de sus sistemas o de capturarlos para un estudio futuro.

El filósofo Thomas Hobbes habló una vez de la guerra de todos contra todos. Sea lo que fuere lo que imaginó, no pudo haber sido nada ni parecido al conflicto comenzado por los TITANs. Nos asesinamos unos a otros a millones, con fuego nuclear y con la muerte silenciosa de las bioplagas indiscriminadas. Los TITANs caminaron entre la carnicería, tomando el control de nuestras máquinas como si fuéramos niños, cosechando millones de mentes con cargas forzadas para propósitos desconocidos. Cada ataque que lanzamos contra los TITANs acabó en desastre, todos nuestros artefactos y aparatos se volvieron en nuestra contra durante nuestro momento de necesidad.

La Caída fue el horror. Aparecieron fábricas como si fueran plagas en los lugares más asolados y desiertos de la Tierra, cada una de ellas expulsando legiones de terroríficas máquinas de guerra. Nanoenjambres avanzados – muy por encima de nuestras capacidades – lo infestaron todo, mutando para enfrentarse a cualquier amenaza que se encontraran. Nanovirus biológicos arrasaron poblaciones humanas, causando daños neurológicos irreparables. Poderosos gusanos de guerra electrónica penetraron incluso en los sistemas más protegidos, destrozando con facilidad redes cruciales. Las poblaciones prisioneras de los TITANs fueron reunidas para someterse a emulaciones mentales forzadas, sufriendo un destino más afortunado que el de los que simplemente fuerod decapitados por drones recolectores de cabezas o destrozados por robots con probóscides de neuro escáneres. Los virus neuropáticos convirtieron a algunos humanos en peones de los TITANs, volvíendoles contra nosotros. Otros informes hablaban de sucesos extraños, incomprensibles, y de terrores inimaginables.

Nos acabamos encontrando combatiendo en la retaguardia frente a la extinción. La trama de un centenar de novelas y películas se hizo realidad en nuestra época, la perdición de la transhumanidad a manos de las máquinas. Durante más de un año, nos acecharon y nos destruyeron. Parecía que por su parte no tenían prisa por acabar con nosotros, ¿y por qué habrían necesitado correr? Nada de lo que hacíamos les afectaba. Eran datos e información, eran pensamiento e impulso, estaban en todas partes y en ninguna, y no había nada que pudiéramos hacer que ellos no pudieran devolvernos. Su influencia se extendió más allá de la Tierra, con epidemias en órbita, en la Luna, en Marte y en muchos otros lugares. Allá donde teníamos una cabeza de puente, los TITANs nos siguieron.

Tal vez recuerdes el momento en el que quedó claro que era muy posible que la transhumanidad no sobreviviese. Yo sí que lo recuerdo. Y así dio comienzo la gran diáspora, incontables masas haciendo lo que pudieran para escapar de la Tierra. Se desviaron naves, e incluso se construyeron nuevas, para ayudar a escapar a la gente. Aquellos que no fueron capaces de comprar su huída hicieron todo aquello que estuvo en su mano para enviar sus backups digitales, con la leve esperanza de que fueran capaces de obtener nuevos cuerpos. Tal vez escapó uno de cada diez. Es posible que hayas oído que nos unimos para detener la amenaza, que en nuestra hora más aciaga perdonamos frente a la extinción antiguas rencillas y odios ancestrales. Eso sería una mentira abyecta, a la vista de los diez millares de abatidos en Buenos Aires por tropas norteamericanas que trataban de escapar, o de la puesta en compromiso de la seguridad de las redes de más de dos docenas de hábitats en las órbitas de Lagrange por parte de competidores corporativos mientras sus rivales trataban de enfrentarse a un ataque TITAN. No teníamos ningún problema en aniquilarnos nosotros solos.

Entonces, tan rápidamente como habían aparecido, los TITANs se desvanecieron. A lo largo de una semana, los ataques y perturbaciones se fueron haciendo cada vez más raros, y luego se retuvieron por completo, salvo algu estallido ocasional. Los ataques y venganzas de los nuestros se mantuvieron durante unos pocos meses, pero el daño que nos hicimos a nosotros mismos no fue nada en comparación con lo que habían hecho los TITANs. Después de la tormenta, nos encontramos en mitad de las ruinas humeantes de la transhumanidad y vimos todo lo que habíamos perdido. De los miles de millones que existían antes de la Caída, menos de uno de cada ocho había sobrevivido, y menos aún tenían un cuerpo.

Sea como fuere, los hábitats y estaciones supervivientes estaban a reventar, y las tensiones se incrementaban. Enormes cantidades de infugiados se quedaron almacenadas, ya que simplemente no había suficientes cuerpos a mano como para acomodarlos a todos. Algunos se quedaron en almacenamiento permanente, donde quedaron olvidados. Otros fueron enclaustrados en realidades virtuales, sin otra elección aparte de vivir sus vidas en ambientes simulados. Unos pocos afortunados tuvieron la oportunidad de trabajar como mano de obra barata, a menudo en la construcción de nuevos hábitats, bajo la promesa de obtener algún día un cuerpo a cambio de su trabajo. Los habrás visto, sin duda, trabajando en sintomorfos baratos en tareas serviles o peligrosas, fuera de la vista del resto de nosotros.

Los muertos o los sin cuerpo eran el menor de nuestros problemas. Nuestra guerra con los TITANs había convertido a la Tierra en un yermo tóxico, irradiado y humeante, aún poblado por plagas y máquinas peligrosas. El recién formado Consorcio Planetario, compuesto por intereses hipercorporativos de las colonias lunares y marcianas, pusieron a la Tierra y sus órbitas cercanas en cuarentena. La razón oficial es que se hizo por motivos de seguridad, supuestamente para evitar que salgan amenazas de los confines de la Tierra. O tal vez no aguantamos ver a nuestro planeta natal en ese estado y enfrentarnos a lo que nos hemos hecho a nosotros mismos. Incluso ahora, diez años después, se nos dice que la Tierra es peligrosa, que contiene riesgos y sorpresas. Pienso que eso es cierto, en parte –sin lugar a dudas hay sorpresas, pero el Consorcio Planetario las quiere para ellos.

[Murmullos, susurros]

Por supuesto que hablo de las Puertas Pandora. La que los TITANs dejaron en la luna de Saturno no fue más que la primera. Si piensas que sólo hay cinco en todo el sistema solar, es que eres un imbécil. Apostaría casi cualquier cosa a que hay una ahí abajo, en nuestra querida y vieja Tierra.

¿Alguna vez has visto una Puerta? ¿No? No, por supuesto que no.

Las hipercorporaciones las guardan a cal y canto. No como allá fuera, en el salvaje sistema exterior. Claro, la Corporación Gatekeeper deja a cualquiera que tenga ganas de morir y un entrenamiento mínimo que se vaya de excursión por pa Puerta oginial en Pandora, pero si eres lo bastante afortunado como para volver, se quedarán con todo lo que encontraras en el otro lado. Supongo que es la oportunidad perfecta para algunos adictos a la adrenalina de “ir valientemente” y todas esas idioteces. Las colonias extrasolares… - hombre, eso es toda una nueva frontera. Vosotros los tíos del interior del sistema sois predecibles, con vuestra ansia por colonizar y expandir y poseerlo todo, como si el universo estuviera ahí simplemente para que vuestros ricos jefes lo reclamen para ellos. Anticipo que vuestras colonias extrasolares se expandirán bastante, dada la cantidad de pobres almas reclutadas que lanzáis a través de las Puertas. Probablemente tengáis grandes planes de construcción de imperios galácticos. Nosotros. Transhumanidad. Una civilización galáctica.ç

Bueno, al menos okupas galácticos. Eso quedó claro cuando los solemnes guardas fronterizos del cosmos aparecieron y nos dieron un aviso de que estábamos trasteando con Cosas Que No Deberían Haber Sido. Tal vez los Factores nos estuvieran diciendo la verdad, tal vez estén actuando como embajadores de un grupo de especies alienígenas cósmicas que quieren avisarnos contra la Tecnología Prohibida – ya sabes, esa tecnología con la que ya nos hemos quemado y ue por supuesto no tenemos planes de abandonar. Piensa acerca de los dos Mandamiento que nos han dado: No crearás IAs automejorables, y No utilizarás las Puertas Pandora. Uuups. ¿Piensas que los saben? ¿Lo que pasó con los TITANs? ¿Que ni siquiera nosotros sabemos a dónde fueron y tenemos algo de miedo de descubrirlo? Sin duda saben que hemos estado utilizando las Puertas y que nos hemos extendido más allá de nuestro pequeño pozo de barro, y tal vez ese sea su auténtico miedo. Pero al fin y al cabo ¿por qué hacemos caso siquiera a lo que nos dicen esos mohos babosos altamente evolucionados?

Correr riesgos, ese es el precio del progreso, ¿no? Afrontémoslo, nos hace falta algo de esperanza. Necesitamos una nueva Tierra que reemplace a la que hemos destruido, un lugar al que podamos ir y joder como conejos y cagarla otra vez una y otra vez. Necesitamos saber que podemos extendernos más allá de este sistema solar, porque ahora mismo nos sentimos un poco confinados, que los TITANs nos pueden dejar atrapados con facilidad y aniquilarnos si alguna vez regresan. Necesitamos saber que tenemos un futuro. Necesitamos saber que podemos hacerlo gracias a nuestros propios esfuerzos. Que no nos destruiremos nosotros solos.
Los Perdidos fueron prueba de esto. El objetivo era noble, acelerar el crecimiento de una nueva generación de niños para que llegaran a la edad adulta, pero el proceso era deficiente. ¿Coger clones con crecimiento forzado, criarlos en Realidad Virtual, y luego meterles en cuerpos adultos después de haber vivido durante sólo unos pocos años de tiempo objetivo – pero más de 18 años de tiempo subjetivo? Toda una niñez, con la única compañía de los demás como él y de IAs. Es suficiente como para dejar arruinado a cualquiera. Fue un experimento grandioso, pero fracasó, y ahora tenemos otro recordatorio de nuestros fracasos viviendo con nosotros.
Así estamos, en toda nuestra gloria. Diez años después de la Caída y seguimos confusos, rotos, luchando entre nosotros, encarcelados por mohos babosos, derrotados por software arrogante, y aún así seguimos siendo nuestros peores enemigos. Extendiéndonos desde un hogar que ya ni siquiera tenemos. Reducidos en número y en declive con cada año que pasa. ¿Quién nos salvará? La mayor parte del tiempo no queremos ni salvarnos. O al menos eso parece.
Pero si no nos salvamos, no habrá futuro. Y yo por lo menos, no he vivido tanto maldito tiempo como para rendirme ahora. Tú, yo, todos somos a todos los efectos inmortales. Toda la galaxia nos espera. Seríamos estúpidos si no fuéramos a echar un vistazo.

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